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miércoles, 30 de septiembre de 2020

Hijos de la ira nacidos de El Procés que nunca existió

Miro mi horizonte y no veo nada, ¿entiendes?... Llevamos muchos años aguantándonos, haciendo caso a los mayores y ya hemos visto para qué ha servido: están todos en la cárcel... Aquí no pasaba nada hasta que empezaron a reprimir... las fuerzas de seguridad solo velan por los privilegios de la elite española....nos han dejado ciegos con pelotas de goma por defender la libertad de expresión... quemando contenedores no se conseguirá la independencia, pero es que pacíficamente ya hemos visto que tampoco... Ya nadie te increpa por romper cosas....No es violencia es  autodefensa... No nos importa vuestra política, algunos no hemos votado en la vida... La gente está harta... 




Encapuchados independentistas explican por qué queman contenedores Varios jóvenes independentistas encapuchados y cubriendo su rostro defienden que quemar contenedores es un acto de "autodefensa" ante lo que ellos consideran agresiones por parte de la policía, a la que temen. Todos ellos han manifestado que tienen miedo de mostrar su cara "por miedo" a ser identificados. Además, han denunciado que "las fuerzas de seguridad ya no velan por los ciudadanos y sí por un poder político".


Estel Carbó, estudiante de Pedagogía, 20 años: Siempre me han vendido que en una Cataluña independiente viviríamos mejor. No estoy convencida, pero seguro que algunas cosas funcionarían. No tendríamos que estar pagando lo que no nos corresponde. Cuido una niña de seis años para ganar algo de dinero. Y los fines de semana soy voluntaria en un centro de adultos con discapacidad. Como vivo muy lejos de la universidad paso cuatro horas al día en transporte público y pago 200 euros al trimestre. Pago 1.500 euros de matrícula universitaria de Pedagogía y si quisiera hacer un máster me costaría 3.000. En casa –somos cuatro, contando a mi hermano- vivimos solo del sueldo de mi padre, que es de unos 2.000 euros.

Mi madre lleva más de un año sin trabajar. Ella es una independentista aguerrida. Mi padre no, pero cree que los jóvenes nos tenemos que mover. Yo veo que no nos escuchan, no nos dan voz, las cosas no podrían ir peor de lo que ya están. Me siento dentro de una rueda: si no trabajo no puedo estudiar, pero si no estudio no podré trabajar. Y esto —y la protesta— trasciende el independentismo. La violencia –yo no la llamaría así— es necesaria para dar visibilidad al conflicto. No deseo ninguna desgracia, pero quiero que se vea el fuego. La vía pacífica solo nos ha llevado al no. Y eso que soy una persona que tiene miedo: yo no me voy a meter en primera línea.

Jordi, nombre ficticio, 21 años, estudiante y desempleadoMe gusta el rap, escribo letras y poesía. Hablo de mí y de lo que veo en el día a día. No soy anarquista, pero me considero antisistema. El capitalismo me parece una lacra que enriquece solo a unos pocos. No soy independentista, veo esto de las fronteras como una locura y me parece absurdo crear más, pero el 1 de octubre voté a favor de la independencia como protesta contra el Estado. Nunca había quemado un contenedor ni nada parecido, pero estos días hice barricadas y mis colegas empezaron a picar el suelo con postes para sacar piedras y tirárselas a la policía. Lo de petar el suelo no me pareció muy correcto porque es un espacio que compartimos todos, pero bueno. Cargaron contra nosotros y no apuntaban al suelo como dice el reglamento. ¿Que por qué no me fui? Porque la policía no debía pasar. Hay que defender la calle, la policía es un símbolo fascista para nosotros. Yo me muevo por un futuro mejor. El fin no justifica los medios, pero si los negros no se hubiesen reivindicado aún serían esclavos y si las mujeres no se hubiesen reivindicado tampoco podrían votar. No estoy inventando la rueda. Creo que se puede dialogar y obtener más privilegios como comunidad, pero formando parte de España. No me quiero separar porque creo que habría más conflicto.

Julia Termens, 22, desempleada Me acaban de despedir de la tienda de maquillaje donde trabajaba. Ganaba 600 euros por 25 horas semanales. Vivo con mi padre y su mujer. Me pago mi comida y mis gastos. No me he podido permitir ir a la universidad, trabajo desde que terminé la ESO. Protesto porque necesito cambios. Necesito mirar al futuro y ver salidas y una Cataluña independiente podría mejorar la situación. Que sí, que no te digo que eso sea tan fácil, pero es que miro mi horizonte y no veo nada, ¿entiendes? La sentencia fue la gota que colmó el vaso. No estoy a favor de la violencia, pero me da la sensación de que la única manera de que nos escuchen es liarla parda. Tampoco estoy a favor de que haya un policía en la UCI, pero es que a nosotros nos han dejado ciegos. ¿Cómo le va a explicar esa persona de mi edad a sus hijos que ha perdido un ojo por defender su libertad de expresión? Yo no voy a participar ni de la violencia verbal, pero entiendo perfectamente a quien la ejerce porque o se quema un contenedor o no se nos ve.

Pau, nombre ficticio, en paro, 18 años: He hecho barricadas para cortar calles y paralizar la ciudad. He tirado también piedras a la policía, pero solo cuando venían hacia nosotros. No se están quemando cosas porque sí. Es desobediencia civil con un objetivo: denunciar a España y la represión de su policía. Si fuéramos un país democrático habría bastado con una manifestación pacífica, pero estos años de protesta pacífica no han servido para nada. Hacía falta que la gente nos viese. Entiendo que moleste, pero esa es la rabia que nos han provocado. La gente está harta.

En mi casa mi madre y yo llegamos justos a final de mes. He terminado el bachillerato y me he tomado un año para trabajar y poder pagar la universidad. Haría cualquier cosa, pero no me ha llamado nadie. Quiero estudiar biología, pero no sé si podré pagar la matrícula. Creo que a una Cataluña independiente le iría mejor económicamente. En todas las protestas hay una suma de las frustraciones por las condiciones de vida. No soy nacionalista catalán, no salgo por Cataluña en sí. Me considero más catalán que español, pero salgo por las hostias que nos han dado, por la sentencia y porque no nos hacen caso. No nos dejan votar y eso solucionaría todo.

Arnau, 17 años, estudiante de bachillerato: Estudio en un colegio concertado y en mi casa no hay problemas de dinero. Me gustaría ser piloto comercial. Podría formarme en el Ejército, pero no me veo entrando ahí. Mi padre, que es también independentista, está en contra de que sea piloto, militar y hasta español. Yo quería salir a la calle no tanto por el independentismo en sí, sino por justicia, la pena que le cayó a los líderes es desproporcionada. Me manifesté el día de la huelga y mi madre me prohibió salir cuando vio los golpes. "Tú no vas más. Si eres masoca ya te doy yo". Hay jóvenes que creen en la causa y lo hacen bien y a otros les gusta la leña y esto es una excusa para venir a repartir.

Creo que Cataluña podría valerse por sí misma y las cosas nos irían mucho mejor. El dinero que nos devuelven es inferior al que damos, debería ser más proporcional. Además de la cuestión económica es que nos sentimos despreciados. Tengo amigos de Zaragoza en Instagram y cuelgan cosas diciendo: "joder, catalanes, como vengáis por aquí os vamos a zurrar". Estoy harto de ir a sitios en España y que me miren mal por ser catalán. Está también la cuestión de la lengua, veo mal que nos impongan el castellano. El Gobierno central debería ceder bastante y dar más autonomía. Nos peleamos por algo que nos tocará vivir el resto de nuestra vida. Si no nos lanzamos a la calle, ¿quién lo va a hacer? Me moriré sin vivirlo, pero sabiendo que luché por algo en lo que creía.


Independentistas desengañados, anarquistas y jóvenes apolíticos: el núcleo duro de los disturbios en Catalunya

Chavales que han crecido durante los años del procés muestran su frustración y fijan ahora como objetivos al Govern y a la Conselleria de Interior 
Algunos canales de Telegram coordinan en tiempo real las movilizaciones y señalan incluso los puntos donde encontrar material para hacer barricadas

Los participantes en las movilizaciones descartan que haya infiltrados como afirma Quim Torra y una parte del secesionismo

"Lo que no puedes hacer es echarle madera al fuego y luego extrañarte porque está ardiendo". Así respondía este jueves uno de los participantes en los disturbios que se han extendido en Barcelona y otros puntos de Catalunya durante la última semana. Tiene 21 años y reconoce que es independentista, pero explica que el grupo con el que va a las manifestaciones cuenta con perfiles de todo tipo. "A muchos ni siquiera les importa la política y no han votado en su vida", resume. "Pero la gente está cabreada". 

La virulencia de las protestas registradas durante los últimos días ha pillado a casi todo el mundo con el pie cambiado. Al Govern y a la Conselleria de Interior, pero también a ANC y Òmnium, las organizaciones que hasta la fecha habían controlado las movilizaciones independentistas para convertirlas en un movimiento intachable incapaz de tirar un papel al suelo. Incluso los CDR, que representaban la facción más beligerante del secesionismo, se han visto desbordados por las acciones que están llevando a cabo grupos de jóvenes, muchos de ellos menores de edad, que nunca han visto en sus reuniones.

¿Quiénes son estos jóvenes? ¿Cómo se coordinan? ¿Son infiltrados que pretenden dañar al independentismo, tal y como afirmó el miércoles el president de la Generalitat?

Tras una decena de manifestantes entrevistados, casi todos bajo condición de anonimato, resulta imposible trazar un perfil concreto de los encapuchados que se están enfrentando a la policía estos días. Hay muchos tipos distintos: jóvenes de la izquierda independentista, anarquistas e incluso chavales de 16 años a los que no les importa la política y solo buscan adrenalina. Tampoco están perfectamente organizados y muchos toman las decisiones sobre la marcha, aunque a medida que avanzan los días van mejor equipados -casco, gafas protectoras, rodilleras- y parecen dominar más la lucha en la calle. 

Casi todos y todas tienen menos de 25 años y vieron en 2017 cómo la policía cargaba contra sus vecinos en los colegios electorales durante la votación del 1 de octubre. Para muchos, esa fue su primera experiencia política en una generación que ha crecido con el procés como telón de fondo durante los últimos siete años.

En lo que sí coinciden todos los entrevistados es que sus acciones siempre son en respuesta a agresiones policiales. También aseguran que quienes protagonizan los enfrentamientos no son infiltrados, tampoco grupos extranjeros que han venido a sembrar el caos y añaden otro factor determinante: existe una brecha generacional que separa a los más jóvenes, partidarios de acciones más duras, de los independentistas que se han manifestado en los últimos años.

La totalidad de los manifestantes consultados también insiste en que ellos no han quemado intencionadamente ninguno de los vehículos incendiados el miércoles en Barcelona y lo achacan a los fuegos que crearon en las barricadas.

La frustración del procés

"Hemos crecido con el procés y el 1-O", explica un universitario de 19 años del barrio de la Sagrera, que se declara independentista. "Llevamos muchos años aguantándonos, haciendo caso a los mayores y ya hemos visto para qué ha servido: están todos en la cárcel". Según este joven, mucha gente de su entorno consideraba que las protestas pacíficas que llevaba a cabo el independentismo no servían de nada, pero se reprimían porque lanzar una sola piedra estaba muy mal visto en las manifestaciones del procés. "Poco a poco esto ha cambiado y ahora se ha roto el tabú", asegura. "Ya nadie te increpa por romper cosas".

"Ya sabemos que quemando contenedores no se conseguirá la independencia, pero es que pacíficamente ya hemos visto que tampoco", añade una chica de poco más de 20 años, estudiante de Humanidades en la Universitat Pompeu Fabra. "Como mínimo podemos mostrar al mundo nuestra frustración".

Coral Latorre, portavoz del Sindicato de Estudiantes, cree que los manifestantes que generan disturbios son "una parte muy minoritaria" que, sin embargo, "focaliza toda la atención de los medios". Según esta estudiante, hay en marcha una campaña de "criminalización del independentismo" aunque reconoce que las imágenes de encapuchados perjudican al movimiento. "Los medios se están aprovechando de ello", aseguraba el jueves en la plaza Universitat, a pocos minutos de que empezara una marcha de estudiantes. 


Un joven durante la noche de disturbios en Barcelona SÒNIA CALVÓ

El pasado miércoles por la noche, una de las jornadas con más destrozos, eldiario.es habló con un grupo de seis jóvenes estudiantes de la Universidad de Barcelona. Entre ellos no había posiciones comunes sobre la independencia. Algunos lo eran, otros no, pero nadie formaba parte de ningún grupo secesionista en concreto. Tras charlar con ellos un rato, incluso los que se declaraban independentistas constataban que separarse de España es inviable a día de hoy. A pesar de ello, no dudan en salir cada noche a enfrentarse con la policía porque consideran que las penas impuestas por el Tribunal Supremo son una injusticia, informa Oriol Solé. 

Cuando se les pregunta a varios de los manifestantes, de sus respuestas se desprende que muchos de estos jóvenes crecieron bajo el mantra del independentismo pacífico y se han desencantado al ver el resultado. Tras la condena a los líderes del procés, canalizan su ira en la calle y ya no dirigen sus ataques solo hacia el Gobierno central.

Ahora tanto el Govern como la Conselleria de Interior se han convertido también en objetivos de los encapuchados, tal y como se vio durante las manifestaciones del miércoles y del jueves. La del miércoles tuvo como objetivo pedir la dimisión del conseller de Interior, Miquel Buch, por las actuaciones policiales de los últimos días. "La hipocresía del Govern es una vergüenza", explicaba Coral Latorre, la portavoz del sindicato estudiantil. "Por un lado condena la sentencia y por otro, nos manda a los Mossos a reprimirnos".

El anarquismo y los apolíticos

"Ningún Estado nos hará libres", gritaban en catalán varios de los manifestantes del pasado martes y jueves en las calles de Barcelona, mientras algunos montaban barricadas con contenedores. Las fuentes consultadas reconocen que los actuales participantes en las movilizaciones van ya mucho más allá del independentismo: se han sumado miembros del colectivo anarquista así como chavales sin objetivos políticos determinados, que buscan acción y adrenalina en las calles de la ciudad.

"Muchos no fuimos al aeropuerto el lunes, pero al ver cómo ha ido evolucionando la cosa, nos hemos apuntado", precisaba en conversación telefónica un anarquista que ronda la treintena, que reconoce que miembros de la Federación Anarquista de Catalunya están participando en los disturbios. "Cualquier movimiento insurreccional debe aprovecharse", continuaba. "Destrozar cosas no sirve de mucho, pero, como mínimo, sirve para recordar que no existe la paz social que dicen que hay en Catalunya". 

Otros manifestantes consultados explican que a ellos ni les va ni les viene la independencia, sino que lo que buscan es una noche de acción en las calles de Barcelona. "Noches de este tipo son una pasada", resumía un joven de 23 años con la cara tapada el lunes en el parking del aeropuerto de El Prat. "Corres, te persiguen, te escondes... Es como una puta peli, tío", remachaba.

Más allá del Tsunami Democràtic

Aunque el foco estos días se haya puesto sobre el Tsunami Democràtic por el asedio al aeropuerto de Barcelona del lunes pasado, esta organización no ha convocado ni coordinado ninguna de las manifestaciones que han acabado con los destrozos registrados en Barcelona y otras ciudades catalanas.

Hay algunas cuentas de Telegram que están llevando la voz cantante en las protestas de esta semana. Coordinan en tiempo real a los manifestantes, informan de los desplazamientos de los furgones policiales y reclaman gente en puntos donde faltan manifestantes. El aumento en los suscriptores a estos canales está siendo exponencial durante los últimos días así como la gente que se abre una cuenta en esta red de mensajería, que promete proteger mejor el anonimato.

El canal más numeroso es Anonymous Catalonia (120.000 miembros en el momento de escribirse este artículo), que incluso el pasado 15 de octubre, durante una manifestación, mostraba los puntos de la calle donde se podía encontrar "material interesante" para hacer barricadas. Este canal asegura que defiende la no-violencia, pero considera que hacer barricadas con fuego y cortar carreteras con la cara tapada no es violencia. 

Otros grupos como CNI Catalunya (20.777 miembros), PicnicxRepública (33.000) y L'Alerta (41.900 inscritos) señalan los puntos en los que se producen convocatorias, despliegues policiales o cargas.

Este último canal nació como un grupo de whatsapp antes de la votación del 1 de octubre de 2017 y se transformó en un canal de Telegram cuando vieron que cada vez se apuntaba más gente. En una entrevista con eldiario.es de diciembre de 2017, explicaban que abrieron el canal el 20 de septiembre de ese año y lo gestionaban entre ocho personas. Tras el 1-O, cambiaron el nombre del canal Alertes 1-O por L’Alerta. En ese momento declararon, de manera anónima, que el objetivo del canal era "transmitir las últimas horas más relevantes, desmentir rumores, informar sobre el terreno de lo que estaba pasando y todo con la máxima inmediatez".

Esta es una continuación del artículo  Mi homenaje a los héroes de las protestas en Catalunya de octubre y noviembre, año 2019