¿Podría la inteligencia ciudadana, los de abajo, mantener el músculo de la democracia más fuerte que las instituciones creadas para ello? La plataforma Cuentas Claras, que desde que hace unas semanas se filtrara la contabilidad del Partido Popular coordina informalmente la auditoría popular de las cuentas, cree que sí.
Por
eso, desde el colectivo se ha lanzado un reto a los ciudadanos: auditar
las cuentas del PP antes que el organismo encargado de ello: el Tribunal de Cuentas, que acumula un retraso de cuatro años en el cumplimiento de esta función que le encomienda la Carta Magna.
El
reto es hercúleo, pero gracias a las nuevas tecnologías, posible. No es
la primera vez que la inteligencia ciudadana se propone (y conquista)
un objetivo semejante en nuestro país, que es un alumno aventajado en
estas cuestiones.
Explicamos cómo se organiza la ciudadanía desde las redes para fiscalizar a los políticos y repasamos algunos hitos nacionales en el campo de las auditorías colectivas.
Un ejército de ciudadanos
Visualicemos
el escenario: a un lado, los expertos de una institución como el
Tribunal de Cuentas. Al otro, más de 200 personas entre las que se
encuentran informáticos, periodistas, contables o juristas. Un ejército de ciudadanos que se reúne eventualmente, esta vez con el fin de organizar los cerca de 4GB que componen la contabilidad del PP, desde el año 90 hasta el 2011, y auditar colectivamente al partido del Gobierno antes que el TC.
¿Y cómo son ellos, esos ciudadanos fiscalizadores? Son personas corrientes, “gente que no asiste a todas las manifestaciones, algunos incluso a ninguna”, explican a Teknautas desde
Cuentas Claras. Ellos conforman ese “activismo de salón que muchos
critican”, pero tan útil en estas circunstancias que exigen pasar horas
frente al teclado y la pantalla y guardarse la rabia para adentro,
convertirla, si acaso, en combustible para seguir frente al ordenador
una hora más, dos, tres… las que sean necesarias. Y es que es el tiempo
propio lo que estos ciudadanos ceden a la causa.
¿Y de dónde nace la rabia de este ejército de
personas corrientes? Lo explican desde Cuentas Claras: de los
silencios, de la falta de explicaciones o, por decirlo en una palabra,
de la opacidad. “Se les llena la boca con la transparencia, pero cuando
la ciudadanía tiene acceso a las cuentas de su partido salen corriendo a
poner una denuncia”, critican los activistas,“el 90% del dinero que
reciben sale de las arcas públicas y por eso es su deber justificar cómo
se lo gastan, máxime cuando nos piden austeridad a los demás”,
insisten.
Es la ausencia de este tipo de
compromiso la que dispara la acción desde abajo: “La inteligencia
colectiva es un movimiento de los de abajo para acabar con la impunidad
de los de arriba, donde los gobernantes no quieran llegar, llegará la
ciudadanía”, advierten desde Cuentas Claras.
Un claro objetivo
¿Y
cómo opera esta inteligencia ciudadana/colectiva? ¿Cómo lleva a término
su desafío? Con paciencia y muchas horas de un trabajo que tiene la
dificultad y la ventaja añadidas de que se realiza cooperativamente y en
abierto.
A los activistas de Cuentas
Claras (que ahora cuentan con el apoyo de otros colectivos como
Auditoría Ciudadana de la Deuda o Política a Corto Plazo -del 15-M-, que
también se han sumado al reto), les toca, tal y como explican en su blog,
convertir los documentos filtrados a formatos procesables, procesar y
organizar la avalancha de datos y, finalmente, cruzarlos, hacerlos hablar.
Procesos todos estos tediosos y complejos, pero apasionantes, que conocen bien los miembros de plataformas como Qué hacen los Diputados
-ésta dedicada desde hace más de un año a fiscalizar toda la
información existente sobre nuestros representantes en la Cámara Alta- o
la Fundación Civio, que lucha por la transparencia (real) y los datos
abiertos. Sus experiencias, y las de otros grupos, nos ayudarán a
comprender cómo se organizan los de abajo para tener a raya a los políticos.
Documentos legibles para las máquinas
“Un
montón de píxeles en un PDF son entendibles poŕ nuestro cerebro, pero
es necesario que esa información esté en un formato que las máquinas
puedan leer”, inciden desde Cuentas Claras. Los PDF, y más si han sido
generados mediante el escaneado directo de algún documento, provocan un
inmediato mohín de rechazo en cualquiera que trabaje en pro de la
transparencia (prueben y verán).
Paloma Contreras, miembro de Qué Hacen los Diputados, no es una excepción. En 2012 su plataforma lanzó una campaña (Adopta a un Diputado)
para organizar las toneladas de información que los parlamentarios
habían colgado en la web del Congreso sobre sus declaraciones de bienes y
patrimonio. Los datos no sólo se hicieron públicos en el dichoso
formato PDF sino que, para más inri, se presentaban en forma de folios,
toscamente caligrafiados y directamente escaneados.
“Podías perder hasta media hora analizando cada declaración”, recuerda Paloma a Teknautas, “sin la ayuda de los ciudadanos habríamos tardado meses”.
Precisamente
en esta fase se encuentran ahora los voluntarios implicados en el
análisis de las cuentas del PP. El primer paso es convertir los PDF a
formato texto, para lo que los activistas pueden, o bien sacarse los
ojos copiando manualmente los datos, o a herramientas informáticas.
David Cabo, director de Civio e impulsor de la primera campaña de Adopta a un Diputado/Senador en el año 2011, ha puesto a disposición de los voluntarios un repositorio con código e instrucciones para realizar este tedioso proceso.
Una base de datos de acceso público
Convertir
los documentos a texto sólo es el principio. Para que los datos sean
íntegramente absorbidos (y bien digeridos) por el software de
tratamiento de datos deben estar organizados en tablas de acuerdo a
ciertos estándares (por ejemplo, separar ciertas categorías con comas)
¿Por qué? David Cabo lo explicaba así durante la campaña de Adopta a un Senador,
para fiscalizar el patrimonio de los miembros de la Cámara Baja: “Al
dar el formato correcto a los datos y cruzarlos con otros que están
siendo procesados de igual forma podemos descubrir huecos,
irregularidades o simplemente tener una imagen más exacta de sus
patrimonios y su evolución”, afirmaba él.
En 2011, Cabo publicó dos tablas en Google Docs e invitó a los internautas a completarlas con información extraída de las declaraciones de diputados y senadores (click en
los enlaces para descubrirlas). En apenas unos 3 días, con una rapidez
inusitada e imposible para un grupo de expertos, la tabla de senadores
estaba completada. La de diputados tardó algo más porque, según afirma él mismo, “la gente se cansa”. Por otra parte en 2012, según cuenta Paloma, la segunda campaña de Adopta a un Diputado se completó en el plazo de una semana: participaron en el proceso cerca de medio centenar de personas.
Pese a los éxitos, trabajar de forma colaborativa y en abierto está lejos de ser una experiencia idílica. Cabo, por ejemplo, narra en este post cómo las tablas abiertas en Google Docs sufrieron de sobresaturación y fueron atacadas por spammers:
“Google Docs manejaba la carga sin problemas inicialmente, pero cuando
hubo más de 50 personas a la vez en la hoja se notaba al editar, hasta
hacerse casi inservible”, apuntaba sobre los problemas con la
herramienta de trabajo. Respecto al vandalismo, Cabo recoge en sus
anotaciones la dificultad de mantenerlo a raya cuando son medio centenar
de personas las que completan a la vez un mismo documento.
“El modelo Wikipedia
de dejar a los vándalos y luego restaurar no funciona muy bien aquí:
primero, es mucho más difícil detectar que alguien ha puesto algo mal,
la hoja es enorme y los cambios son en tiempo real; y segundo, todo el
mundo trabaja a la vez, de forma que cuando te das cuenta y restauras
estás borrando el trabajo de mucha gente”, escribía.
Hacer que los datos hablen
Con todos los datos correctamente expresados, sólo hace falta hacerles hablar,
cruzándolos de forma sencilla a través de aplicaciones informáticas o
generando visualizaciones. En todos estos aspectos es experto el equipo
de Civio, que ya ha publicado varias aplicaciones que permiten a los
usuarios trabajar de forma sencilla con los datos, por ejemplo, para saber más sobre los incendios que se han producido en su comunidad o los indultos que han concedido los Gobiernos en la historia de la democracia española.
Por su parte, Qué hacen los Diputados engrasa motores para publicar este mes de septiembre una renovada web que nos permitirá cruzar datos y conocer, en muy pocos clicks,
qué votan los diputados, quiénes son los que más se ausentan o quiénes
los que tienen más viviendas en propiedad, por ejemplo.
En
cualquier caso, la caja de Pandora ya está abierta. Los políticos no
responden, porque no quieren, porque no saben o porque no tienen
capacidad para hacerlo. ¿Pueden los ciudadanos llenar esas lagunas o
incluso ser más eficaces que las propias instituciones? Vicky Bolaños,
de Qué hacen los Diputados, tiene dudas: “Fiscalizar no es sencillo,
sobre todo si no provienes del ámbito de la Administración”, comenta,
“no creo que el trabajo de los ciudadanos deba sustituir la obligación
de fiscalización por parte del Estado”.
¿Cuáles
son los límites de la fiscalización ciudadana? Para Vicky son dos,
tiempo y dinero: “Requiere mucho esfuerzo, tiempo y dinero financiar un
proyecto como el nuestro”, explica, “no podemos ofrecer un sueldo a
quienes colaboran voluntariamente con nosotros. Les agradecemos
muchísimo su ayuda, pero tampoco les podemos exigir un compromiso, ni
una periodicidad en su colaboración”, lamenta.
Desde Cuentas Claras,
sin embargo, lo ven desde otro punto de vista: “Nadie nos paga por
hacer esto, es cuestión de tener una conciencia que cada día despierta
en más ciudadanos. Contra eso no hay maquinaria burocrática que pueda
competir”. Una opinión que también comparte Cabo, que recogía en sus
anotaciones: “Sigue siendo posible para los ciudadanos construir
iniciativas que no solo complementan las oficiales, sino que
también las subsanan. Es posible, por increíble que resulte a estas
alturas de la feria y en mayor o menor medida, mejorar nuestra sociedad
por nosotros mismos”. El desafío está sobre la mesa.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2013/07/21/que-hacen-los-politicos-la-ciudadania-se-organiza-para-vigilar-a-la-administracion-5335
Fuente: http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2013/07/21/que-hacen-los-politicos-la-ciudadania-se-organiza-para-vigilar-a-la-administracion-5335
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