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lunes, 1 de julio de 2013

El pueblo turco agradece la ayuda de los hinchas de fútbol durante las protestas (en España gran parte de la población los llamarían violentos y terroristas)

La desmovilización de gran parte de la sociedad española durante años viene dada por la estigmatización de aquellos que protestan de forma mas contundente contra las injusticias del sistema. Se asocia su imagen a tribus urbanas, bandas callejeras o hinchas de fútbol catalogados como descerebrados ultraviolentos.

Los bukaneros, la peña del club Rayo Vallecano del barrio de Vallecas (Madrid) es un ejemplo de la persecución a la que el estado somete a aquellos, que de forma organizada se rebelan ante tanto desmadre. Gran parte de la prensa española afín al régimen, ha tachado a los bukaneros como una peña que aloja: agresores sexuales, filoetarras, atracadores, camellos, violentos, y un largo etcétera, todo estas acusaciones son lanzadas en connivencia de una parte importante de la sociedad española, que compran sus panfletos ideológicos (periódicos) al servicio del régimen, que ven sus teledelirios

En países como Turquía, los manifestantes que se atrevieron a rebelarse contra las injusticias y decisiones arbitrarias del gobierno de Erdogan, agradecen la ayuda de los hinchas de equipos de fútbol, que tienen una larga trayectoria a causa de sus numerosos encuentros nada amistosos con los antidisturbios. Ya lo dicen los hinchas de fútbol turco, que afirman "comerse gases lacrimógenos 2 veces por semana gases lacrimógenos". Según los manifestantes, sin la experiencia de los hinchas turcos, los antidisturbios hubiesen barrido la revuelta contra Erdogan en dos días.

El fútbol es el opio del pueblo español pero en otros países como Turquía o El Brásil sirve como catalizador de las protesta. 

Hace poco escuché con hilaridad, a una presentadora de TV diciendo que España era un ejemplo a imitar por sus protestas pacifistas masocas en comparación con otros países. Viendo como actúan los ciudadanos de países de nuestro entorno (Europa mediterranea, norte de África y países de latinoamérica) nos damos cuenta que todo lo contrario.  En España el pacifismo es producto de cobardía y un lavado de cerebro a cargo del sistema que relaciona terrorismo con todo tipo de manifestación y da igual que sea pacífica o violenta.

Hombres con mascarillas quirúrgicas y cascos de seguridad, persiguiendo a la policía y ondeando banderas turcas sobre una excavadora que acaban de robar. Ésa es una de las imágenes más representativas, y definitivamente más entretenidas, de las dos semanas de disturbios en Turquía.

El grupo tras esta performance se llama Çarşi, y son los hooligans del equipo de futbol Beşiktaş (o “el club del pueblo”). En su mayoría, los miembros de Çarşi comparten una ideología anarquistay antirracista, así como un amor por el que es considerado el tercer equipo de futbol más importante en Turquía, después de los equipos de Estambul, Galatasaray y Fenerbahçe. La noche del 2 de junio, el tercer día de una guerra entre policías y manifestantes, los miembros de Çarşi pusieron en marcha una excavadora abandonada en un sitio de construcción frente al estadio del Beşiktaş y la usaron para sacar los cañones de agua de la policía de su territorio.

“Que todos sepan que también estamos en contra de la demolición del estadio; esa es otra razón por la cual nos hicimos con el control de la excavadora esa noche”, me dijeron Ayhan Güner, Cem Yakışkan y Kemal Ulhal, miembros de Çarşi, cuando les pregunté por qué los fans de Beşiktaş decidieron tomar prestada una excavadora. “El dueño de la excavadora resultó ser nuestro amigo’”.


Los Çarşien y su excavadora prestada en las calles de Estambul.

El miércoles pasado, en Miraç Kandili, una de las cinco noches sagradas en el islam, los miembros de Çarşi organizaron un evento en el mercado central de Beşiktaş (de donde toman su nombre y donde está ubicada su base), Çarşi. Allí, regalaron bagels Kandil (una especie de bagel miniatura hecho para las noches sagradas Kandil) y declararon públicamente que están en contra de la violencia, mientras levantaban una pancarta con una ilustración de un bagel en forma de signo de paz que decía: “Que Alá acepte nuestra resistencia”. Fue un movimiento discreto entre las acusaciones del gobierno de que todos los manifestantes son “marginales, ladrones y extremistas”; o, en palabras del primer ministro Recep Tayyip Erdoğan y sus seguidores, “gente sin dios”.

Aunque se negaban a hablar con los medios turcos, con la intención de permanecer aislados, logré hablar con los miembros de Çarşi a través de Skype el día después de su evento. Esperé a mi lado de la cámara mientras ellos ultimaban detalles: Ayhan, Cem y Kemal se sentaron en el centro, rodeados de sus compañeros con menos antigüedad (para que no se sintieran excluidos).


Los miembros de Çarşi regalando bagels pacíficos en Kandil.

Pronto descubrí que los miembros de Çarşi estaban preparados para levantamientos sociales sin precedentes. Ya conocen el gas lacrimógeno y varias de las técnicas represoras de la policía. “Tenemos experiencia con el gas lacrimógeno”, me dijeron. “Comemos gas lacrimógeno al menos dos veces a la semana. Nos enfrentamos al gas en partidos de fútbol, partidos de baloncesto…”

El último enfrentamiento entre sus defensores y policías fue hace algunas semanas, antes del último partido de la temporada, cuando la policía arrojó gas en los alrededores de Çarşi. Para distanciar a hinchas rivales y evitar un caos en los torniquetes antes de los partidos, la policía turca se toma la libertad de lanzar latas de gas en dirección de cualquier persona que lleve una camiseta de un equipo, como si estuvieran matando moscas con una lata de Raid. “El gas pimienta es el perfume de un fan del Beşiktaş”, dicen los miembros de Çarşi con un sonrisa llena de orgullo.

El incidente con la excavadora encaja perfecto con la personalidad de los Çarşi y con el resto de los fans de Beşiktaş en general. En una ocasión, antes de un juego entre Beşiktaş y Fenerbahçe, unos cuantos seguidores del Beşiktaş se acercaron a los hinchas del Fenerbahçe fuera del estadio. Les dijeron que habían hecho un estandarte para Ariel Ortega, el jugador estrella de Fenerbahçe en aquel entonces, pero que no encontraban entradas para poder ir al partido, ssí que le pidieron a los fans de Fener si podrían alzarlo por ellos durante el partido, y dijeron que sí.

Minutos antes del saque inicial, el estandarte se alzó en las gradas de Fenerbahçe, hasta que los seguidores se percataron de que tenían en sus manos un letrero que decía: “Cobarde Gallina Ortega”. El mensaje tenía connotaciones políticas, pues criticaban la decisión de Ariel Ortega de regresar a su país natal, Argentina, si estallaba una guerra en los países vecinos de Turquía.


Pero detrás del sentido del humor de Çarşi hay un apego profundamente romántico a su amado equipo, el cual suele expresarse en poesía. Uno de sus himnos: “Veremos días hermosos, niños; veremos días soleados”, es una cita del poeta Nazim Hikmet, quien pasó buena parte de su vida en prisión o en el exilio por sus creencias políticas.

Fundado en 1982 por Optik Başkan (pseudónimo de Mehmet Işiklar) y Cem Yakişkan en el centro de Beşiktaş, Çarşi tiene sus orígenes en un grupo socialista formado por una clase trabajadora tradicional. Los miembros con los que hablé de Optik Başkan, también conocido como “El último hooligan”, quien falleció en 2007, revelaron un profundo amor y reverencia por su persona. Başkan era un hombre de izquierdas que se convirtió en maestro de historia en Ankara al terminar la universidad, antes de dejar su puesto porque no podía soportar estar lejos de su amado Beşiktaş.

Y aunque durante los partidos todavía hay una cierta cantidad de beligerancia en el aire, la gente ha comenzado a cogerles cariño. Es una sensación de seguridad que se manifiesta en bromas como: “¿Hay algún problema en el barrio? No llamaré a la policía, llamaré a Çarşi”.

Irónicamente, existe una lógica similar cuando los musulmanes que cuidan de él dicen que Erdogan es un líder carismático; los mismos ciudadanos oprimidos por la élite secular en el pasado. Pero Çarşi es demasiado consciente para dejarse llevar por su poder ciudadano, además de que sus creencias socialistas evitarían que actúen.

En Skype, me dijeron: “Durante años tuvimos una postura: ‘Çarşi está en contra de todo'. Después decidimos que Çarşi también está contra sí mismo, porque queríamos mostrar, y demostrarnos a nosotros mismos, que tenemos una fuerte democracia interna. También estamos contra nosotros mismos”. Esa actitud tan modesta fue la que llevó a la dispersión temporal del grupo en 2008, cuando sintieron que su popularidad y el interés en los enfrentamientos en Çarşi, eclipsaban al club de fútbol que amaban.

Aseguran no tener ninguna agenda política particular, pero Çarşi es, sin duda, políticamente consciente. “No tenemos una postura política, no estamos afiliados con ningún partido político; nuestra postura es ser Beşiktaşli", me dijeron. "¿Qué quiere decir ser Beşiktaşli? Protegemos a los oprimidos, aquellos que necesitan alzar la voz. Apoyamos a los jóvenes, queremos una transición hacia una democracia más moderna, una democracia más fuerte”.

¿Pero qué nos dice su participación en la resistencia? Antes que nada, esta no es la primera vez que Çarşi opina públicamente sobre un acto de "renovación urbanística", como se llamó a los planes para el parque Gezi. En 2007, protestaron contra la demolición de otro sitio histórico en Estambul: el Teatro Muhsin Ertugrul. Durante la temporada de fútbol 2005-2006, colaboraron con Greenpeace para oponerse a la instalación de una estación nuclear en Sinop (un ciudad turca cerca del Mar Negro), tomando parte en las manifestaciones y montando espectáculos en el estadio Inönü. Así que su presencia en las protestas no fue sorpresa para muchos.

Su participación en la etapa inicial, y la participación de seguidores de otros clubes, y de varios grupos socioeconómicos diferentes, también confirmó que este movimiento se empeñaba en ser el movimiento del pueblo, una resistencia secular en busca de libertad y derechos básicos, libre de una visión política mayor. Lo cual los distingue de las alianzas nacionalista-secularistas del pasado.

Parece que este movimiento es como un fenómeno popular, imposible de reducir o confinar a cuerpos políticos, lo que hace que a los políticos les cueste más trabajo controlarlo o entenderlo. Y esa voz única de Çarşi es considerada como necesaria para el movimiento por algunos. Lo cual explica por qué Cem Yakışkan y los otros 23 miembros de Çarşi que lo admiran, fueron arrestados hace dos días.

Fueron detenidos por la policía, supuestamente por “organizar un amotinamiento” y “cometer crímenes con la intención de robar”.

Seguidamente, el grupo organizó una sentada pacífica, pidió a los miembros que usaran el sentido común y se negaron a enfrentarse a la policía; una actitud reconciliadora y no violenta que mantienen desde el primer día. “Mientras tengamos un fuerte sentido del humor, no dejaremos de existir, vamos a prevalecer”, me dijeron los miembros antes de colgar. “Este es el movimiento del pueblo; queremos tener voz, queremos enseñar a pelear sin violencia, como luchar con humor”

Fotos de Ekin Özbiçer.

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Aquí puedes ver nuestro documental sobre la situación actual de Turquía:


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