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miércoles, 6 de mayo de 2015

Poema dedicado a los trabajadores de El Diario de Pontevedra que aún no fueron despedidos: Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista....

No  sé lo voy a negar, yo dejé comprar periódicos y revistas en el año 2007. Si el poder político y empresarial quieren que nos traguemos su publicidad y entretenernos con cuentos chinos, que lo hagan pero sin mi dinero.

Una parte de la culpa de la decadencia del sistema y la crisis la tienen los medios de comunicación, muchas veces portavoces del oficialismo más vulgar. Esa subordinación a la hora de informar a favor de los intereses del poder político establecido reporta una lluvia de subvenciones con dinero de todos los ciudadanos, pero contribuye a que la tirada de ejemplares escritos vaya menguando más y más; porque las nuevas tecnologías e Internet permiten leer información interesante, imparcial y de forma gratuita... pero también porque los jóvenes ya no suelen leer periódicos  a no ser que sean deportivos (Marca, Sport, etc).

El 28 de Octubre de 2014, fueron despedidos 10 trabajadores de El Diario de Pontevedra (Seis de redacción y uno de la administración), un periódico local perteneciente al grupo Progreso. El comité de empresa no tuvo piedad y a pesar de rebajar los salarios desde abril de 2014 y de realizar un expediente de Regulación de Empleo de reducción de la jornada, que fue aceptado con sumisión por los trabajadores de El Diario. Consideró que era hora de "cortar cabezas" (en sentido figurado) y dar un puntapié a 7 trabajadores y 3 becarios con el pretexto de extinción del contrato por causas económicas. ¿La causa? La gente cada vez compra menos prensa escrita.

La huelga que fue convocada el 5 de noviembre de 2014, no duró ni tan siquiera unas horas. Y los que conservaron el sillón, no dudaron en mandar a freír espárragos a sus ex compañeros despedidos. Una victoria pírrica para los que se quedaron y una indignación para los que tuvieron que marcharse.
Los representantes de los sindicatos y el Comité de Empresa llegaron a un acuerdo. La empresa se comprometió en que no habría más despidos hasta el 30 de Junio de 2006, que la congelación salarial finalizaría el 30 de Junio de 2015 y que no se les descontaría la jornada de huelga de los salarios.

Sí leen la primera página de El Diario de Pontevedra con fecha 4 de Febrero de 2015. Entenderán porque hay gente que ya no lee periódicos o hay gente que los lee pero en el bar porque se le han quitado las ganas de comprarlos hace muchos años.


¿El paro sube pero la ciudad de Pontevedra está mejor que hace un año? O sea, que los trabajadores de El Diario de Pontevedra no echan en falta a ese montón de pontevedreses que se quedaron sin empleo en el último año ni a los 10 despedidos de la plantilla que fueron compañeros suyos hasta hace solo unos meses. La solidaridad cede el paso a la supervivencia más infame. La coña es que el titular suena hasta contradictorio pero supongo que por titulares como éste recibirán a cambio subvenciones de las administraciones, no hay otra explicación racional.

Dedico este poema de Martin Niemöller a los trabajadores de El Diario de Pontevedra que aún no han sido despedidos y que continúan en plantilla... por el momento:

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

El Diario de Pontevedra tiene los años contados al menos como prensa escrita. Montar una web de información digital diario no es complicado; pero cuando eso suceda, la guadaña recortará más y más cabezas. Es solo cuestión de tiempo, que muchos periódicos como éste acaben reducidos a cenizas o con una plantilla minúscula de trabajadores, incluso la empresa puede aprovechar la incorporación masiva de robots al mundo laboral para dar un puntapié a los que aún  quedan en nómina.

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